Al pensar en los parques nacionales podemos imaginar lagos, cascadas, glaciares, bosques y también desiertos, selvas y ríos; además de una diversidad de especies naturales que completan el paisaje como si fuera una postal. Pero no suelen acudir a nuestra imaginación las posibles problemáticas y presiones que se encuentran en sus límites o incluso en su interior: fuego, caza, minería, introducción de especies exóticas y tantas más. Y hasta a veces, nos olvidamos de aquello que los atraviesa, su patrimonio cultural e inmaterial: las historias y costumbres, los pueblos originarios, la identidad de esos territorios. Porque, en definitiva, los parques nacionales son un territorio más, delimitado y protegido; cuidado al extremo por el Estado Nacional a través de un organismo descentralizado y centenario: la Administración de Parques Nacionales.

PREGUNTAS NECESARIAS

La palabra únicos viene a mi mente una y otra vez, pero ¿por qué son importantes los parques nacionales? ¿por qué hay que cuidarlos, conservarlos, mantenerlos inalterados con tanta dedicación y con un organismo específico que los gestione?, ¿qué hace que una porción de territorio de nuestro país tenga más valor que el patio de mi casa? Y en esa última pregunta se esconde la respuesta: su valor.

En momentos donde la salud es un bien preciado, la salud ambiental resulta también clave. En este delicado equilibrio juegan un papel fundamental los parques nacionales que, aunque los imaginemos prístinos, lejanos a nuestra vida cotidiana en las ciudades; cumplen un rol fundamental y un servicio a la sociedad a través de los servicios ambientales o ecosistémicos que proporcionan. Para decirlo de forma más sencilla, cada parque nacional provee de un servicio a su comunidad cercana: agua limpia, regula el clima, son un laboratorio para la investigación y la ciencia, constituyen un espacio espiritual y cultural, permiten conocer nuestro pasado a través de vestigios y restos arqueológicos y, sobre todo, permiten que muchas especies únicas puedan seguir viviendo.

Únicos, otra vez esa palabra.

 

NO ES LO MISMO

Es necesario saber que no todo territorio puede constituirse en un parque nacional y ello depende de los usos y actividades que se permitan por parte de los gobiernos provinciales y nacionales. Para cada uso del ambiente existen diferentes posibilidades de figuras de protección: reservas provinciales, municipales, de biosfera, privadas, de vida silvestre, sitios Ramsar, Áreas Importantes para la conservación de las Aves y tantas más que en cierta manera, determinan el valor del lugar, aquello que conservan y cuidan. En definitiva, y en estos años recorridos en el sistema nacional, crece la presión e iniciativas para que ciertas áreas alcancen la figura de parque nacional. Como si de alguna manera, bajo el paraguas de esta categoría estrella del país, esto permitiera que ese lugar se salve de la presión inmobiliaria, de la explotación, de la contaminación y de nosotros mismos.

Y me pregunto, ¿podremos crear nuevos parques nacionales si ya no quedan porciones inalteradas de ambientes representativos de nuestro territorio? Vale la pena aclarar que para crear un parque nacional es necesario que la provincia donde se encuentra el territorio, ceda la jurisdicción y el dominio a la nación a través de una ley provincial. Asimismo, la creación de cada parque nacional es un proceso único y complejo. Sobre todo, teniendo en cuenta que el primer parque nacional se creó en el año 1922 como «Parque Nacional del Sud» y actual Parque Nacional Nahuel Huapi (Neuquén y Río Negro). Es que la conservación del patrimonio natural y cultural de los parques nacionales implica políticas públicas y en ocasiones conflictos de intereses, pero también; acuerdos y sueños que inciden en la situación social, histórica, territorial y ambiental de la Argentina. Nada más, nada menos.

PLUS. EN PRIMERA PERSONA

Hace 19 años que trabajo en un Área de Educación y Comunicación Ambiental en la ciudad de Córdoba, en la Dirección Regional Centro. Este es un espacio que reúne a diversos profesionales que asesoran y trabajan con relación a algunas de las 54 áreas protegidas nacionales de este gigante sistema. Los parques nacionales que nos tocan cuidar son: el PN Quebrada del Condorito, PN Traslasierra, PN Ansenuza (Córdoba), PN Talampaya (La Rioja), PN Sierra de las Quijadas (San Luis) y PN El Leoncito, PN San Guillermo (San Juan) pero también trabajamos interinstitucionalmente con las Reservas Naturales de la Defensa: La Calera y Ascochinga y en la conformación del Corredor Sierras Chicas (Córdoba). Además, si se requiere algún trabajo específico en otra área protegida, allá vamos. Al pensar en mis primeros días en este trabajo, recuerdo que me dijeron: “Bienvenida a la familia de parques nacionales”. Porque trabajar en este sistema -y con todos los prejuicios que se puedan llegar a tener de la administración pública- realmente es encontrar una familia que a veces se pelea pero también lucha, apasionada e idealista por un bien común que es la naturaleza, es decir, la vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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