En las sierras centrales de San Luis, entre el monte y su vida, 16 familias viven en armonía con el entorno que las abraza. En Pangea los ecoaldeanos defienden la naturaleza mediante la permacultura, la educación y el arte.

Siguiendo ese pensamiento, hace unos años los miembros de la Eco Aldea se juntaron y comenzaron a organizarse. En comunicación con Sala de Prensa Ambiental, Matías Giachino, uno de los impulsores de Pangea explicó que “el proyecto comenzó a partir de dos familias que queríamos vivir en el campo. Comenzamos a investigar y entonces decidimos invitar a otras ocho familias para formar una pequeña comunidad que se fue agrandando con el tiempo”.

“Fuimos armando un estatuto de convivencia, redactando las normativas del proyecto y diseñando un prototipo de vivienda echa a partir de la bioconstrucción. Este trabajo fue nuestra guía para construir la Aldea”, agrega Giachino.

“También formamos una ONG, que fue el medio por el que logramos cuidar el proyecto, manteniendo las normas comunitarias y haciéndolas cumplir”. Pangea ONG se dedica al desarrollo humano, al cuidado ambiental, a la sustentabilidad y al arte.

Luego de meses de trabajo ya tenían el proyecto de Ecoaldea que plasmaba la idea de crear una comunidad autosustentable, que respete y cuide la naturaleza transformándose en un centro social y cultural. En sus inicios, esta aldea estaba apoyada en la bioconstrucción, la forestación con nativas y frutales, el autoabastecimiento mediante la producción en huertas, el uso de baños con biodigestores, el autoabastecimiento eléctrico mediante energías renovables y la educación ambiental, entre otras temáticas.

Las ideas y las ganas sobraban, y para llevar a cabo la iniciativa los ecoaldeanos se dirigieron ante el -por entonces- Comisionado de Estancia Grande para solicitarle apoyo. Luego de que las autoridades analizarán el proyecto -proceso que tardó unos 6 meses-, en agosto del 2009 el ‘intendente’ del Comisionado les cedió a los ecoaldeanos un predio de 27 hectáreas donde finalmente se estableció la Eco Aldea Pangea.

De las 27 hectáreas, 12 son llanas y allí se erigió la aldea, mientras que las 15 restantes corresponden a un cerro escarpado destinadas a la conservación.

La aldea comenzaba a tomar forma; pero no todo era pan y rosas. Según el relato de los ecoaldeanos, el inicio fue muy difícil: recibieron el terreno quemado por un reciente incendio que había calcinado la zona; no tenían agua ni luz y todavía no había ningún refugio construido.

A finales del 2009, las primeras familias se asentaron en la Ecoaldea y comenzaron a levantar sus refugios: llevaban carpas para pasar la noche y herramientas para construir sus casas. La mayoría de los materiales del lugar fueron aprovechados para la bioconstrucción.

Al principio, uno de los mayores problemas que enfrentaron fue el abastecimiento de agua, pues tenían que caminar hasta una vertiente cercana y acarrear el líquido con baldes, una situación que se agravaba en épocas de sequía, relatan.

Tiempo después, cuando la mayoría de las familias tenía sus pequeños refugios para resguardarse de la intemperie, el municipio local aportó quinchos abiertos y caños de PVC que los aldeanos instalaron para llevar agua de la vertiente a los hogares.

Quienes recibieron los quinchos comenzaron a adaptarlos a sus necesidades, construyendo las paredes y los habitáculos a su gusto, todo con técnicas de bioconstrucción. Por eso la casa del pintor está plagada de cuadros y la de su vecino percusionista tiene un enorme espacio para bailar y tamborear, a pesar de que la estructura inicial era la misma.

Los demás fueron construyendo sus casas de a poco y conforme a sus gustos. Unos viven en domos, otros en cabañas y una familia habita un mini bunker semi-subterráneo.

Por otra parte, las zonas comunes como los caminos, los espacios recreativos y culturales o la zona de acampe para visitantes fueron construidos en comunidad. De hecho, actualmente hacen una minga semanal para realizar el mantenimiento de los espacios comunes y cualquiera que desee aprender bioconstrucción, ayudar o conocer la Ecoaldea puede participar.

> Reciclando neumáticos en desuso, la comunidad construyó escaleras para cruzar una cárcava

Tiempo después, con la aldea ya establecida, el gobierno provincial aportó paneles solares para que los ecoaldeanos pudieran tener electricidad en sus hogares.

Con el paso del tiempo, Pangea paulatinamente fue tomando forma y se consolidó como la primera Ecoaldea en la provincia de San Luis.

Hoy con 13 años de historia, lo que antes era un puñado de hectáreas arrasadas por el fuego, ahora es un monte lleno de vida y cultura.

Esta aldea posee una perfecta ‘simbiosis tecnológica’, en la que los cables que se desprenden de los paneles solares se entrelazan con las paredes de adobe y los techos de paja.

La comunidad ecoaldeana limpiando un predio colindante a la Aldea

Cabe destacar que en Pangea no hay líderes ni dirigentes, es una comunidad horizontal, y cada decisión a tomar o regla a implementar se decide mediante una asamblea en la que todos los votos tienen el mismo peso.

Esta comunidad posee una diversidad cultural que es difícil de hallar en San Luis, la mayoría son artistas de disciplinas como el circo, el teatro, la música, la pintura, la acrobacia, la danza, la comedia y las artesanías. Otros son docentes (universitarios y secundarios), y también hay técnicos en energía solar y gestores ambientales.

Para fortalecer la propuesta cultural, la Escuelita de Circo – Teatro que vio nacer la ‘Eco’ hoy se está trasladando a la Aldea. En esa línea, recientemente comenzaron a recibir visitas de escuelas y también realizan una visita guiada abierta al público en general los domingos por la tarde. “En ambas recorremos la viviendas realizadas con técnicas de bioconstrucción, reconocemos los bosques frutales y las especies nativas, visitamos los espacios comunitarios y equipos de energía solar. También realizamos actividades recreativas objetivadas en la concientización y sensibilización ambiental, fusionando el arte con las tecnologías amigables con el fin de disminuir el impacto ambiental y generar nuevas habilidades y hábitos», explican.

“Todo empezó siendo una utopía y con el tiempo se fue transformando en algo lógico. Ahora después de 13 años seguimos construyendo y aprendiendo de este proyecto”, reflexiona finalmente Matías.

Lo que parecía una utopía, finalmente se convirtió en una realidad inspiradora para otros también porque, en la actualidad y gracias al trabajo de Pangea, hay varios proyectos de urbanizaciones sostenibles en San Luis, claramente inspirados por el trabajo de esta comunidad ecoaldaeana.

 

 

 

 

 

 

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