La búsqueda de una mejor calidad de vida ha llevado a muchas personas a mudarse a ambientes naturales, proceso que está ocurriendo a escala global.

En Argentina y, particularmente en Córdoba, la opción principal es irse a ambientes montañosos, como lo son nuestras sierras. Estar a corta distancia y fácilmente comunicados con una urbe como la capital cordobesa o incluso trabajar remotamente ha influido en la decisión de miles de personas para resolver un cambio de vida.

A su vez, esta decisión viene acompañada de una nueva forma de habitar el territorio: se pasa de vivir en sitios densamente urbanizados en las ciudades  -como edificios o lotes pequeños- a disponer de grandes terrenos para estar en mejor contacto con la naturaleza. En este punto, no sólo tenemos miles de personas moviéndose desde y hacia las sierras, sino también una demanda de grandes superficies de terreno. Los barrios ecológicos y los countries son dos respuestas urbanísticas a esta demanda de la sociedad.

Es obvio que, desde el punto de vista individual, este cambio trae grandes ventajas a las personas que se traducen en una mejor calidad de vida. Sin embargo, la magnitud de estos cambios demográficos lleva a pensar: ¿qué puede, o no, salir mal?

 Un problema ambiental global, o sea que ocurre a escala del planeta entero, es el cambio en el uso del suelo.

Este cambio global retrata cómo el ser humano utiliza el territorio cambiando y alterando su uso. Como ejemplo local de esto podemos mencionar lo que pasó históricamente con los ambientes de la provincia de Córdoba.

En este momento solo alrededor del 20% de la superficie provincial presenta lo que llamamos ambientes naturales como bosques, pastizales y arbustales; y estas tierras se presentan en lugares donde la agricultura no es posible. Es decir, todas las tierras aptas para cultivar, ya se cultivan.

En esos lugares no queda un metro cuadrado de ambientes naturales. A medida que los vamos perdiendo y éstos se reemplazan por campos de cultivos o urbanizaciones, no solo perdemos la biodiversidad que contienen sino los servicios que proveen, como la capacidad de proveer agua y regular el clima, entre otros. Y esto es un problema global: la pérdida de ambientes naturales ocurre en tal magnitud que, junto con el cambio climático, están poniendo en riesgo al menos el bienestar de la humanidad.

Volviendo a nuestras serranías ¿qué puede salir mal si me voy a vivir a las sierras?

Las sierras son la gran superficie de ambientes naturales de Córdoba. Su heterogeneidad ambiental es hogar de una gran biodiversidad y, a su vez, son la principal fuente de agua de la provincia.

En este contexto están sufriendo un proceso de urbanización a gran escala, de una manera poco organizada y con una densidad de población muy baja. ¡Este es un punto importante! Imaginemos personas que viven en un edificio en la ciudad y que deciden mudarse a las sierras ¡Ahora tenemos la misma cantidad de habitantes ocupando un espacio muchísimo mayor que antes!

Para que tengamos una idea de este proceso, los countries del Gran Buenos Aires ocupan la misma superficie que Capital Federal, pero albergan a un pequeñísimo número de habitantes. O sea, si todas las personas pretendieran vivir de esa manera, no hay espacio que alcance.

Por más lejos, solos y tranquilos que nos queramos ir, nuestra mera presencia genera impactos: más caminos, generamos basura, llevamos perros y gatos que impactan sobre la fauna, y eventualmente llevamos especies de plantas exóticas que se pueden volver invasoras. En algún momento, alguien nos vendrá a visitar y querrá instalarse a vivir cerca.

¿Qué podemos hacer ante esta situación? En primer lugar, se debería mejorar la calidad ambiental de las ciudades para incentivar que sus habitantes no se vayan. Aunque parezca contradictorio, es mejor que las personas vivan en la ciudad, para destinar la mayor cantidad de superficie posible a ambientes naturales. Por otro lado, se deberían regular las urbanizaciones en las sierras, evitar urbanizar sitios ecológicamente sensibles o de interés de conservación, y no autorizar edificaciones de baja densidad. En este punto, tanto los countries como los barrios ecológicos tienen impactos similares y no deberían ser una opción urbanística.

Irse a vivir a las sierras es una buena opción individual para mejorar la calidad de vida. Sin embargo, por la magnitud que este proceso está tomando va a generar, mejor dicho está generando, una degradación de los ambientes serranos que tendrá un fuerte impacto, no solo sobre los habitantes de las serranías, sino sobre toda la provincia.

Las sierras deberían ser una gran reserva natural donde se preserve su enorme riqueza natural y los servicios que estas proveen, particularmente la provisión de agua dulce.

 

 

 

 

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